lunes, 12 de octubre de 2020

Las buenas prácticas educativas aplicando herramientas tecnológicas

Según distintos autores que refieren la necesidad de generar buenas prácticas integradas en las políticas de gestión de instituciones dedicadas a la educación, consideran la importancia de la promoción de la calidad, una cultura de compartir el conocimiento y alternativas para mejorar la educación, en este escenario, se hace un análisis sobre cuáles deberían  ser estas buenas prácticas relacionadas a los cambios paradigmáticos y de enfoque de la educación del siglo XXI, iniciamos con las siguientes consideraciones que las refieren como:

  • Una herramienta modelo parar la gestión o práctica educativa que permita una transferencia de experiencias y conocimientos.
  • Un recurso de identidad de contexto, asistido por un escenario de evaluación e integrador de la calidad.
  • Un instrumento de control, de gestión y de toma de decisiones a partir de parámetros evaluadores del proceso.

¿Qué relación tienen con las herramientas tecnológicas?, si bien, los anteriores criterios no parecen ser innovadores, pero si recurrentes cuando tratamos de una mejora, es importante que se promueva un equilibrio a través de ciertos criterios para su aplicación, uno de los fines es generar una autonomía en el aprendizaje que abarque o amplíe una ruta permanente en el marco del proceso formativo del aprendiz, es decir, que la transformación educativa ocurra desde el aprendizaje y no así de la enseñanza, este criterio se enmarca en las referencias de Delors en la década de los noventa, por otro lado, la apropiación del uso de la tecnología como un medio de enseñanza innovador no solamente como un recurso, sino como un provocador de experiencias formativas e incluso de vida que promuevan empoderamiento de los usuarios en los diferentes entornos virtuales de aprendizaje y porque no de forma presencial.


DECOM (2009) señala 6 elementos clave de buenas prácticas que permita una generación de hábitos en el desarrollo de estos criterios: innovación, soluciones de problemas, logro de objetivos de interés, incorporación de tecnología e integración del trabajo colaborativo a partir de la eficiencia.

En función de estos elementos, es importante que consideremos las condiciones para implementar herramientas tecnológicas en los procesos formativos a partir de diferentes ámbitos: condicionantes relacionadas al docente y el discente, y la formación en el uso de la tecnología que permita dominar las herramientas para generar enseñanza y en el estudiantado un preparación en sus procesos de aprendizaje, otros dos aspectos son: el acceso a las herramientas y los materiales apropiados para generar y afrontar los procesos formativos y la motivación de su uso  en el nivel de importancia que se puedan dar en el trabajo formativo.

Un aspecto interesante y pertinente que hacen mención Canales y Marqués (2007) es la distinción de 2 ejes fundamentales del uso de la tecnología en educación: el primero que hace mención a potenciar las estrategias cognitivas y metacognitivas, como la estimulación del aprendizaje y aspectos socioafectivos de los estudiantes y segundo, la relación de las tareas, la evaluación y las actividades adecuadas en el proceso educativo por medio de las herramientas tecnologías.

Una segunda condicionante está relacionada con las instituciones de educación sea superior o niveles iniciales referidas a: Un espacio físico que cuente con los recursos tecnológicos, los cuales se encuentren organizados para una utilización óptima, citando nuevamente a Canales y Marqués (2007), consideran importante la capacitación de docentes como la relación del contexto con la IES en el marco de políticas, organización y gestión académica vinculante e integral.

Un tercer condicionante se relaciona con el contexto, se considera a lo geográfico, pedagógico y tecnológico que brinde un servicio acorde a la realidad, sin embargo, puede haber diferentes variables: personales y contextuales.

 

Chickering y Ehram (1996) concretan 7 principios para generar buenas prácticas en educación superior que es posible adecuar en otros niveles educativos:

  1. La estimulación del contacto entre profesor y alumno por medio de las herramientas tecnológicas en una comunicación asincrónica.
  2. Desarrollar la reciprocidad y la cooperación entre estudiantes como parte de su aprendizaje.
  3. Uso de técnicas de aprendizaje activo mediante el uso de herramientas y recursos tecnológicos intercambiando información consecutiva.
  4. Proporcionar un feedback inmediato
  5. Realizar tareas en los tiempos previstos y la facilitación de acceso a recursos y herramientas.
  6. Implica comunicar expectativas positivas a todos los alumnos desde los problemas reales.
  7. Respeta la diversidad de capacidades y modos de aprendizaje con el uso de las herramientas tecnológicas.

Sobre estos principios Ollala y Primo (2006) agregan otros 6:

  1. Usar las herramientas tecnológicas sin que implique una pérdida de contenidos, debe suponer una ayuda en el aprendizaje.
  2. Adaptar las herramientas tecnológicas a la enseñanza y no al revés, facilitar el aprendizaje fomentando su uso.
  3. Las herramientas tecnológicas son un recurso, pero no debe ser el único que viabilice el proceso formativo.
  4. Evitar el activismo tecnológico perdiendo la referencia del objetivo a alcanzar según lo planificado.
  5. No utilizar las herramientas tecnológicas para evadir los problemas reales de la clase.
  6. Formación permanente del profesorado y un buen conocimiento sobre los procesos educativos generando innovaciones educativas.

 

En este contexto, es importante considerar que para generar procesos formativos con el uso de herramientas tecnológicas (TIC, TAC, TEP), es necesario que se pueda abordar un escenario técnico - pedagógico, en el cual, las actividades que se van a desarrollar deben integrar el aprendizaje significativo y preponderante sobre las herramientas, ya que ellas son un medio para generar conocimiento y este elemento no debe sobrevalorado, el reflejo de su uso nos permita advertir si hemos logrado la capacidad de generar procesos formativos en modalidad virtual y no solamente una asistencia remota, las buenas prácticas educativas utilizando herramientas tecnológicas parte desde el criterio de una adaptación al mundo del siglo XXI pero también a la aplicación eficiente de recursos y herramientas tecnológicas en educación.