sábado, 9 de diciembre de 2023

Nuestra práctica educativa desde la reflexión de Paulo Freire

 

El grito manso es un libro que se publicó en Argentina en 2003 con el sello de Siglo XXI y luego en una nueva edición mexicana se publica en 2004, contiene diez apartados que están organizados de acuerdo al evento y sus responsables, con ilustraciones que acompañan la reflexión del autor. Paulo Freire es sin duda uno de los educadores críticos que destacan en el siglo XX y que, por tal razón, su nombre aún resuena a nivel mundial. El discurso de Freire que se refleja escrito en el libro es un compendió de sus reflexiones plasmadas como parte de su aprendizaje y legado al mundo, lo que le costó su exilio y la cárcel en su país en 1964, teniendo que refugiarse en diferentes países de Latinoamérica, su lucha se genera a través de la alfabetización de adultos desde su realidad considerando que el hecho educativo es bidireccional donde aprende quien enseña y enseña quien aprende.

La práctica educativa es una acción filantrópica que implica un acto de responsabilidad con el otro, lo entiende al comprender que el necesitaba de los demás para poder desarrollar su acción pedagógica considerando que no es posible quedarse inmóvil y esto a través de la lectura del mundo. Consideraba que somos seres incompletos, inacabados e inconclusos, lo que debe generar la conciencia del ser, quien entra en un proceso permanente de búsqueda de lo trascendental, pero una búsqueda con esperanza porque de eso se trata la lucha, que a partir de nuestro ser histórico hacemos que nuestra existencia no sea solamente vivir.

Él considera que una de las tareas con mayor gratificación de los profesores y profesoras es que los estudiantes logren aprender a comprender y que posteriormente tengan la capacidad de comunicar aquello que han comprendido, esta comprensión debe partir desde una pedagogía crítica del ser, como seres curiosos, consientes y críticos, como una práctica basada en la solidaridad, por tal razón, que la educación es considerada una acción filantrópica. “Sin límites no hay libertad como tampoco hay autoridad”, es una de las premisas que señala Freire considerando que los adultos en ocasiones generamos una acción castradora contra nuestros niños y niñas limitando su curiosidad que es parte del proceso de aprendizaje y que deberíamos contrario a esto, señalarles los momentos en que debe preguntar y cuando abstenerse dando valor a su curiosidad.

Identifica los elementos de la educación de la práctica docente desde la situación educativa que parte de la presencia del educador y los educandos quienes comparten un espacio pedagógico en el cual, se compromete el proceso de enseñanza y aprendizaje junto con el comportamiento de los actores educativos, un elemento que se relaciona con este contexto es el tiempo pedagógico como un servicio a la producción del saber, pero además, al uso adecuado de ese tiempo dando mayor valor al comportamiento de los niños y niñas que desbordan sus sentimientos y emociones en los momentos de recreación al que en algunos casos llamamos currículo oculto, un tiempo que los docentes a momentos no valoran. Posteriormente trata un elemento esencial determinado por los contenidos curriculares que parte desde un criterio académico, un contexto que considera debe estar al alcance de los intereses de la mayoría del pueblo, que la academia pase a un contexto real porque en ello se encuentran los objetos cognoscibles.

Un criterio que resalta la obra y que a lo largo de su recorrido dialéctico es causa de su posición de vida es la relación de la política con la educación, acentuando de manera categórica que la educación es un acto político, humanizador y transformador, pero no partidario, porque el educador enfrenta situaciones de ideales, de la ética que se transmite a través de los sueños, los proyectos, los valores, las utopías.

También hace mención a las siguientes premisas que suceden como resultado del comportamiento del educador, el primero se resume en sostener que cambiar es difícil pero no imposible realzando la posición del educador como ser consiente de cambio, de tener una mente abierta a las situaciones que surgen, pero más que todo la voluntad a cambiar, una segunda premisa es aprender a escuchar como un acto de no discriminación, de aprender a hablar desde el acto de escuchar sin minimizar ni ridiculizar. Otro aspecto es que el educador tiene que tener es la convicción de enseñar no como una transferencia de contenidos de su cabeza a la cabeza de los estudiantes, el verdadero valor es promover la curiosidad y convertirla en crítica, que produzca un conocimiento colaborativo, aspecto relevante que implica inventar situaciones creadoras de saberes, generar espacios de crecimiento y de experiencias para un posición crítica y protagónica del acto educativo.

Paulo Freire, continua siento una lumbrera para quienes están involucrados en el acto educativo, ya que su legado dialéctico y pragmático no es ajeno a los sucesos coyunturales del mundo, de nuestro país, indudablemente reflexionar sobre nuestra práctica educativa es una acción de conciencia, de revalorizar nuestro rol y de transformación a través de una mente abierta capaz de ver al otro desde el aprendizaje y generar sinergias de vida, de trascendencia y responsabilidad social.

(Puede visitar el siguiente enlace como referencia)
https://latinoamerica21.com/es/a-un-siglo-de-paulo-freire-el-educador-rebelde/