Para
comprender los conceptos diacrónicos del currículo es necesario comprender la
teoría de la educación, en ese sentido, es importante identificar los preceptos
epistemológicos fuente del conocimiento que ha bastado para hacer ciencia
curricular, desde ese contexto teórico, es necesaria señalar la vinculación que
determina partir de la evolución del currículo y su fundamentación con
paradigmas educativos, lo cual, permite abordar de manera congruente aspectos epistémicos
de la educación y el currículo.
¿Por qué abordar desde esta posición
contextual que condiciona el objeto de estudio a la variación teórica a partir
de la generación histórica de las teorías educativas?, no está por demás
reconocer que cada particularidad epistémica, conceptual y operativa del
currículo se establece a partir de aportes desde la psicología, la sociología,
la política entre otras disciplinas, lo que implica promover transformación o
mantención del status quo, entender este precepto es hacer una lectura desde
una posición racional que propone Ander-Egg, marco que parte de la reflexión y de
cómo se inicia la fundamentación teórica del currículo, la posición del
epistemólogo venezolano Miguel Martínez afirma:
“La matriz epistémica es...la fuente que
origina y rige el modo general de conocer (…), y su esencia consiste en el modo
propio y peculiar que tiene un grupo humano de asignar significados a las cosas
y a los eventos, es decir, su capacidad y forma de simbolizar la realidad (…)
Es un sistema de condiciones de pensar”.
La
reflexión epistémica del objeto de estudio desde la concepción de Emanuel Kant
a la que hace referencia Hessen en su libro “Teoría del conocimiento” es
distinta, señala una fundamentación crítica del conocimiento científico pero no
investigando desde el origen, sino la validez del conocimiento, del cómo es
posible promover el conocimiento, sobre qué bases o supuestos se fundamenta, en
ese sentido, identificar como se hace posible el conocimiento a partir de
entender filosóficamente los antecedentes histórico educativos del currículo
contribuye a fundamentar la teoría curricular.
La
educación no nace a partir de un estudio sistémico y organizado en la humanidad,
no recurre a métodos, estrategias de carácter genérico que organizan un
conocimiento para todos, su dinamismo y complejidad regidos por la sociedad a
lo largo de la historia son elementos que fluyen en la transformación social a
través de la cultura, la religión, la política, el desarrollo del conocimiento
y la axiología entre otras variables, en ese sentido, entender la educación
desde una fundamentación epistemológica de carácter positivista, racional o
causal es limitante, más aún la educación siendo una ciencia social.
Si
nos trasladamos a una etapa primaria de la humanidad y nos cuestionamos ¿Cuál habrá sido el objeto de la educación en
la edad primitiva?, podemos describir desde los estudios antropológicos y
de evolución del ser humano que se considera para el hombre la educación un elemento
importante para la transmisión de conocimientos que permitan sobrevivir, es decir, al margen de
satisfacer sus necesidades básicas de vida: vestimenta, alimentación,
reproducción, era necesario que las generaciones sucesoras aprendan sus
costumbres. ¿Qué cambios se advierten a
partir de ese primer objeto de la educación?, ¿Será qué se ha generado distintos a lo largo de la historia?, la
respuesta será afirmativa, sin embargo la UNESCO hace énfasis desde la
Declaración de la Educación en la década del noventa sobre la educación para
todos y para toda la vida, una de las premisas que ha logrado desarrollar
estrategias políticas a nivel mundial más favorables de inclusión e igualdad,
de derechos y oportunidades, pero al mismo tiempo de retos y metas a cumplir,
se entiende este precepto haciendo referencia a los Objetivos de Desarrollo del
Milenio que plantea las Naciones Unidas, los cuales, refieren que la humanidad
debe alcanzar ciertas metas para incrementar y mejorar la calidad de vida de
las personas y evitar la degradación del planeta, el documento en el preámbulo
de la Agenda 2030[1]
señala:
“La presente Agenda es un plan de acción en
favor de las personas, el planeta y la prosperidad. También tiene por objeto
fortalecer la paz universal dentro de un concepto más amplio de la libertad.
Reconocemos que la erradicación de la pobreza en todas sus formas y
dimensiones, incluida la pobreza extrema, es el mayor desafío a que se enfrenta
el mundo y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible”
El
plan de las Naciones Unidas tiene como desafío erradicar la pobreza como una
meta principal e importante para el desarrollo sostenible, complejo, amplio,
retador, que genera reflexionar en ¿Cuáles
habrán sido las motivaciones para generar esta propuesta?, si recapitulamos
la referencia anterior al objeto de estudio de la educación de nuestros
antepasados, nuevamente al parecer intentamos ahondar fuerzas en el propósito
de sobrevivir, si comparamos la
intención de los objetivos y lo planteamos desde un plano educativo advertimos
que el propósito sigue siendo el mismo a partir de las metas que se proponen, estos
elementos se integran para eliminar la pobreza desde todas sus formas y
dimensiones lo que implica que deba existir una acción educativa global a partir
de políticas, estrategias, planes, programas estatales, y se convierten en elementos
que justifican desde un punto de vista axiológico de la vida, altruista en
todas sus formas.
Si
aplicamos un contexto existencialista, desde la inclinación subjetivista de la
educación concluiremos que todo cuanto se haga bajo fines de desarrollo que
implique un acto educativo comprende un objeto axiológico en su proposición, en
tal sentido, todo lo metodológico sería simplemente presa del tecnicismo y el
utilitarismo, una posición que seguramente no será apropiada desde la postura
sistémica de la investigación.
La
premisa epistémica entonces, se fundamenta en repensar en la ciencia social de
la educación, si responde a las necesidades sociales individuales y colectivas,
desde su simpleza y complejidad que se converge en la incertidumbre a través de
las transformaciones racionales e irracionales de la humanidad,
El artículo de Jaime Ruiz del Departamento
Académico de Estudios Generales de ITAM en México hace la referencia al
análisis de la obra de Bauman Tiempos
líquidos. Vivir en una época de incertidumbre, en el cual considera que una
de las novedades sociales:
“…es el paso de la fase “sólida” de
la modernidad a una fase “líquida”, es decir, a una situación en la que las
formas sociales, las instituciones tradicionales que han servido para
salvaguardar la continuidad de los hábitos y los modelos de comportamiento
aceptables, ya no pueden (ni se espera que puedan) mantener su forma por más
tiempo, porque se descomponen y se terminan antes de poder asumirlas”
La
reflexión sobre la competencia institucional hace énfasis en la respuesta
sistémica que no puede ofrecer lo tradicional, ha quedado caduco, obsoleto para
los fines sociales de entender el mundo a partir del avance de la ciencia y la
tecnología.
En este contexto, ¿Cuál es el rol de la educación en la actualidad?, si nuestras metas
a futuro serán como hace millones de años de sobrevivir o tendrán una concepción más trascendental de la vida,
esta aproximación por darle un sentido axiológico implica comprender que la
escuela, el instituto, la universidad, el sistema educativo, deba responder a
las exigencias múltiples, complejas, objetivas y subjetivas del mundo y esto
desde un plano más sistémico y orgánico de la educación implica en un repensar del
currículo.
[1] El
documento es presentado por las Naciones Unidas en su plataforma virtual (http://www.cepal.org/sites/default/files/events/files/2030_agenda_es.pdf) que
hace referencia, a la aplicación y seguimiento integrados y coordinados de los
resultados de las grandes conferencias y cumbres de las Naciones Unidas en las
esferas económica y social y esferas conexas. Seguimiento de los resultados de
la Cumbre del Milenio. Proyecto de resolución remitido a la cumbre de las
Naciones Unidas para la aprobación de la agenda para el desarrollo después de
2015 por la Asamblea General en su sexagésimo noveno período de sesiones para
Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
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