sábado, 9 de mayo de 2020

Hacia una educación emergente




La palabra “crisis” para los japoneses significa oportunidad ante el peligro y es por eso que buscan beneficios ante situaciones de dificultad y lo han demostrado en su historia, pero para nosotros los bolivianos que significa esta palabra, ¿Será que es un problema sin solución?, ¿Una barrera para poder encontrar un equilibrio entre nuestras metas y fracasos? O ¿Significará lo mismo que para los japoneses?

En este tiempo de emergencia sanitaria por la enfermedad del COVID 19, una de las actividades que ha encontrado distintas reacciones y ajustes ha sido la educación, es verdad que la educación en modalidad virtual no es una novedad, es más la educación a distancia data del siglo XVIII con una experiencia en EE.UU., sin embargo, la educación actual se ha centrado en lo físico, lo presencial que se ha sobrevalorado por sobre la modalidad a distancia o virtual, sin embargo, la cuarentena ha visibilizado con mayor profundidad las brechas generacionales y al mismo tiempo, los esfuerzos por ingresar a este escenario se ha convertido en una necesidad y en otros un reto para poder cumplir con la planificación de las clases en este desgastado sistema educativo.

¿Por qué hablamos de educación emergente?, la virtualización del proceso educativo no tendría que ser un complemento ni la acción taxativa de los procesos formativos, más bien, debería considerarse como una herramienta de interactividad pedagógica que motive a los usuarios a la enseñanza y al aprendizaje, pueda retar a cambiar estilos y formas educativas, es decir, no considerarla como una llanta de auxilio, al contrario, como parte del motor del automóvil. La capacitación o adiestramiento de educadores en el ámbito de la educación virtual debe estar ligado a un proceso de formación progresiva y prospectiva, es decir, no pensar solo en este tiempo de emergencia, al contrario, repensar el sistema educativo en una modalidad semipresencial, una combinación de competencias digitales y pedagógicas que permitan utilizar herramientas interactivas y motivadoras a los educadores y educandos, disminuya costos de operación administrativa, posibilite el cuidado de la salud de la sociedad, pero además utilizar la virtualidad como un proceso tangible de revolución educativa en Bolivia.

Es verdad que se han hecho acuerdos de capacitación, de consolidación de procesos formativos para educadores lo cual, es bienvenido y necesario, pero esto es para mantener un sistema, para continuar con un régimen educativo, podríamos hablar de una educación inclusiva a partir de utilizar herramientas que no son novedosas pero si oportunas y pertinentes en una “crisis” u “oportunidad” como la deseemos denominar, el caso es que la educación debe evolucionar si vale el término y con ello, no solamente el proceso formativo, también el institucional, el contenido curricular, pero además los propósitos formativos que se planifiquen en función a las necesidades sociales, económicas, ambientales entre otros.

No podemos negar u ocultar la calidad de vida que se ha generado a la naturaleza en nuestra ausencia y quizá el tiempo que se ha podido compartir con la familia ha permitido conocernos y valorarnos de mejor manera, pero también es importante valorar el aprendizaje que se ha logrado por varios educadores al producir material educativo, a utilizar herramientas tecnológicas, a generar un cambio educativo, es decir, ¿Cuándo termine la emergencia sanitaria ya no se la utilizará todo aquello que nos ha permitido hacer educación?, es una de las preguntas que identifico pensando en una educación emergente con base a los componentes y aprendizajes de esta cuarentena, una oportunidad para una revolución educativa.

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