Paulo Freire resaltaba que la educación es un acto revolucionario, que jamás debía dejarse la lucha por la educación, su incondicional argumento para muchos seguramente nos brinda una trinchera de defensa y de constante atención hacia los nuevos retos y desafíos que enfrenta la sociedad y que es posible desde la educación generar un cambio.
En
algunas ocasiones me preguntan porque elegí la educación como profesión, y con
una mirada retrospectiva no recuerdo que los profesores en el colegio me hayan
generado una motivación a decidirme para ser un agente educativo, sin embargo,
gratamente puedo recordar a un profesor de sociales que al descubrirme dibujar
en su clase en lugar de atenderlo me felicitó por ello, pero me pidió mi atención,
un acto de un profesor comprensivo en su momento.
Me
remonto el recuerdo a los tiempos de encuentro conmigo mismo durante mi
experiencia en el Centro Juvenil Oratorio Don Bosco, un espacio en el que pude
reconocer mis habilidades e inquietudes, fortalecer mis ideales, creencias y mi
posición ante la vida a pesar de las dificultades. Encontrar mi vocación fue el
resultado de la esencia y la hermandad de tantos amigos y amigas que han sido
parte de mi crecimiento y que hasta ahora los guardo en lugar privilegiado del
recuerdo, una guitarra, un papel y un bolígrafo tenían tanto sentido para mí en
ese momento que significaba “volver a vivir”.
Considero
que la experiencia en la universidad me permitió tener mayor amplitud de la educación
a través de las enseñanzas de docentes por su conocimiento, compromiso y
desempeño hacia nosotros, generaron mi admiración y agradecimiento a quienes
fueron parte de este proceso de profesionalización, docentes como: Beatriz
Cajías, Nelly Balda, María Luisa Talavera, Orlando Huanca, Erik Moscoso,
Rolando Barral, Benito Fernández, Waldo Marca entre otros.
La
mirada educativa desde el rol del maestro con adolescentes, niños y niñas.
tenía una característica distinta a la formación de adultos, a la forma de
contraponer el contenido y la atención comprometida a quienes fueron parte de
ese crecimiento, no olvido mis equivocaciones, pero tampoco mis aciertos a valorar
la vida y el esfuerzo de sus progenitores. Los viajes a la mayoría de las regiones
del Beni me permitieron conocer el contexto del trabajo del profesorado, entre
sus precariedades y su alto compromiso por la mejora de sus competencias como
su empeño por continuar con su labor pedagógica me enseñaron que había mucho
por aprender.
Pienso
que una mirada integral se generó siendo parte de la administración educativa,
desde un doble rol, las aulas y la organización pedagógica curricular, la preocupación
por responder a las exigencias del posgrado y la respuesta a la sociedad pandina,
ciertamente esta labor guiada por la experiencia y mística del Ing. Jorge Azad
fueron puntales para mejorar cada día, conocer los entre telones del acto
educativo generó una visión de la preparación para ser profesor, desde
distintas características, experiencia, la voz profunda y coherente entre la
práctica y la teoría es lo que marca un antes y un después de mi posición educativa
actualmente, profesionales como: Mónica Olmos, Claudia Quezada, Adhemar Poma, Vito
Vargas me brindaron una mirada distinta del ser docente, de la coherencia de la
vida, la experiencia y el contenido.
Hoy,
desde esta trinchera educativa que me brinda la posibilidad de estar en las aulas
de forma presencial y virtual me convoca a la mejora, a un buen desempeño, a
entregar mis conocimientos desde la empatía, el altruismo y el compromiso con
el otro, con su educación y sus intereses, me recuerdan a esos momentos de
crecimiento, de trabajo y sacrificios en su momento, de admiración y continua formación.
Desde
mi trinchera ahora siento que he decido correctamente mi camino, el placer y la
felicidad de estar en un aula o un espacio de formación me llena de alegría, de
retos, de búsquedas y encuentros, repercute en mi ese sentido de vida, de liberación,
de generar conciencia, compromiso con nosotros, ¿Quién soy yo para eso?, nada
más alguien que considera que la educación es la forma más amable de contribuir
al prójimo en su mejora constante y profunda, entre tantas situaciones
negativas, las alegrías del aula pueden cambiar vidas, esa es mi trinchera, mi
forma de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradezco sus comentarios